domingo, 27 de febrero de 2011

Dormir

Mejor dejar que el afuera sea la palabra del adentro y que la música sea voz, que las pupilas maravilladas el espejismo del anhelo y el sueño la noche misma. A veces el cuerpo se torna débil, las palabras se resguardan en sí mismas, y la celda que contempla cae por su peso de la espalda de quien no desea pintar el océano. Que se pinte solo, que no me robe los colores para sí si no va a robarme la creencia de que existo.

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