El sordo la apesumbraba con injurias nacidas de la verdad que se exhuma de su absurdo a lengua de necio. Ella, exahusta de expresarle las causas con honesto albedrío, exclamaba "¡Golpéame, o haz algo de lo que pueda defenderme!". Pero a veces el sordo es sólo sordo y la razón muda.
Hace 2 días
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