lunes, 10 de agosto de 2009

El sordo la apesumbraba con injurias nacidas de la verdad que se exhuma de su absurdo a lengua de necio. Ella, exahusta de expresarle las causas con honesto albedrío, exclamaba "¡Golpéame, o haz algo de lo que pueda defenderme!". Pero a veces el sordo es sólo sordo y la razón muda.